Carta abierta a nuestras amigas y aliadas
El mundo cambió tan repentina, como radicalmente. Pero no se trata del cambio radical que esperábamos las feministas, activistas, pensadoras y organizadoras de campañas.
En el Programa de derechos de las mujeres (PDM) de APC, creemos que hay que poner a las personas en el centro y liderar con cuidado y responsabilidad colectiva para con nosotras mismas y el planeta. Trabajamos en pos de imaginar y hacer una internet feminista, y aunque la pandemia de COVID-19 nos inquieta, altera nuestros planes de reuniones y encuentros para conversar, jugar y desmantelar el patriarcado juntas, igual creemos que, hoy más que nunca, es importante contar con una internet que sea universal y accesible para todas las personas. Y, sobre todo, una internet abierta, segura y vital para las mujeres y las personas de expresión de género y sexualidad diversa y disidente.
Somos conscientes de nuestros privilegios y relativa seguridad económica, que nos protegen de lo peor de esta pandemia. Como organización internacional que trabaja en línea desde hace casi 30 años, podemos compartir algunos recursos sobre teletrabajo, así como el análisis de APC sobre el impacto que ha tenido la pandemia de COVID-19 sobre internet y los derechos humanos.
Creemos que el trabajo que venimos haciendo para reducir desigualdades y exigir justicia debe continuar frente a esta pandemia. Hemos empezado a reflexionar sobre la incidencia del COVID-19 en nuestro trabajo para 2020 y 2021 y a pensar planes alternativos para nuestros diferentes proyectos. Entre los factores clave de nuestras consideraciones actuales, se encuentran la salud y el bienestar de nuestras aliadas, compañeras y compañeros de trabajo y las comunidades con las que trabajamos y de las que formamos parte.
Vivimos en un mundo donde la red de seguridad de servicios médicos y de salud es enormemente desigual. Las mujeres, las personas migrantes, las personas transgénero y las de clase trabajadora entre otras, se encuentran con que sus vidas y el contexto en el que viven son más cambiantes e impredecibles que de costumbre. La pandemia de COVID-19 es una crisis sanitaria y médica con consecuencias sociales, políticas y económicas de gran alcance. Y esas consecuencias aún están están por verse en cada país y en cada región.
A través del trabajo de personas e instituciones aliadas (es decir:¡ustedes!), junto con el nuestro, estamos conectadas y venimos escuchando atentamente diversas protestas durante 2019 y principios de 2020, sobre todo en torno del género, la sexualidad, la expresión, el aumento de la vigilancia y otros temas. Si bien todas esas protestas han sido silenciadas, los reclamos y agravios son reales y siguen existiendo. Es evidente que sigue habiendo inequidades y dinámicas de poder estructurales y flagrantes en relación a la infraestructura y el acceso, pero también dentro y entre las comunidades, así como en las familias.
Las personas que padecen COVID-19 y en ocasiones incluso las trabajadoras y trabajadores del área de la salud que se ocupan profesionalmente de su cuidado, enfrentan estigmas, violencias y discursos de odio. Además de ser terreno de resiliencia y conexión, internet es también el espacio donde campañas de desinformación y noticias falsas (fake news) y grupos de retórica fascista y racista atacan a individuos y comunidades específicas por su supuesta responsabilidad en relación a la pandemia. Esto incluye expresiones de sinofobia e islamofobia en línea y fuera de línea.
Ahora, más que nunca, es fundamental contar con una internet feminista que sea segura para todas. Muchas organizaciones y personas han empezado a pensar en la relevancia de su trabajo. A continuación, compartimos las áreas en las que creemos que es importante seguir trabajando para crear una internet feminista como parte de un futuro colectivo más esperanzador.
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El impacto del COVID-19 entre diferentes colectivos se hará sentir en múltiples niveles y con distintas intersecciones: Para quienes viven en campos de refugiados o en grandes tugurios urbanos, trabajadores y trabajadoras marcadas por su casta y otros colectivos que los gobiernos y la sociedad no consideran importantes, la pandemia es una capa más que se acumula sobre la previa cancelación de sus libertades y conlleva aún más daños y ataques a su bienestar y su derecho a la vida. Hay una gran inseguridad alimentaria e incluso muertes por hambruna en muchos países, a menudo causadas por la crisis de degradación ambiental. Esas injusticias no desaparecen repentinamente ante una pandemia global. El volumen colectivo de la crisis está ahogando los llamados a la acción para ocuparse de la clase trabajadora, las personas pobres y las personas social, económica y políticamente marginadas.
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La violencia de género en línea y fuera de línea se está exacerbando, con total impunidad: Durante este tiempo de cuarentena, encierro y movilidad limitada, ha habido un aumento de la violencia doméstica, cuando las mujeres se ven obligadas a estar en casa con sus abusadores. Naciones Unidas ha instado a que todas las medidas para lidiar con el COVID-19 también contemplen el horrendo brote global de violencia doméstica contra las mujeres y las niñas. Las personas de género diverso, trans y queer, así como lesbianas y gays también corren más riesgos cuando su movimiento se ve limitado y no les queda otra opción que vivir cerca de familias o comunidades abusivas y controladoras.
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La vigilancia y la expansión del poder del Estado se mantienen y, en muchos casos, aumenta: En muchos lugares el confinamiento se superpone a otro encierro u ocupación preexistente (Cachemira y Palestina, por ejemplo). En otros, las fuerzas militares están saliendo a las calles. En varios países, incluyendo aquellos en el Sur global, como Kenya, Uganda e India, se ha informado que el gobierno ordena o recomienda a las personas la instalación de aplicaciones de telefonía móvil que utilizan datos de localización para el rastreo de contactos. Si bien algunas medidas de vigilancia son bastante sofisticadas y tecnológicas, otras consisten en marcar el cuerpo de pacientes de COVID-19 con sellos. El derecho a la privacidad se está viendo comprometido y violentado, pero tenemos tanto miedo que permitimos que esto suceda.
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Las personas que dependen de un ingreso diario, las que trabajan en el sector informal y las empleadas domésticas, están sufriendo un fuerte impacto, al igual que quienes realizan trabajo invisible y no pago, generalmente asociado al género. Mucha gente depende del movimiento diario para ganarse la vida, ya sea realizando trabajos de limpieza y desinfección de calles y hogares, realizando entregas a domicilio o trabajos de construcción, entre otros. Y muchas personas no tienen casa. Si bien la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el confinamiento para controlar la pandemia y “aplanar la curva”, estas medidas de encierro tienen un impacto desproporcionado entre las personas que no tienen un colchón social, estatal o fiscal para enfrentar esta nueva y repentina situación. Además de las valientes trabajadoras y trabajadores del sector de la salud que se arriesgan a exponerse al virus, suelen ser las mujeres las que realizan el trabajo invisible de los cuidados en casa.
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Tenemos que fortalecer nuestro movimiento, construir infraestructura y apoyar la diversidad por la que tanto hemos trabajado: En nuestro trabajo con movimientos en línea y en pos de imaginar y crear una internet feminista, nos dedicamos a crear espacios seguros, inclusivos y abiertos para mujeres y personas de sexualidad y género diversos. La tremenda pregunta que se nos plantea – y que esperamos nos ayuden a responder – es cómo seguir realizando nuestro trabajo durante y después de este momento. ¿De qué forma podrán existir las librerías, los festivales, hackatonas y encuentros feministas y queer? ¿Cómo reconstruiremos la inclusividad y de qué forma podremos asegurar que nuestros grupos y espacios sean diversos? ¿Cuál será el nuevo lenguaje de solidaridad y cuidado que será preciso encontrar? Este momento también subraya la importancia de construir una infraestructura técnica de comunicaciones que no dependa enteramente de los gobiernos o las corporaciones, y de crear nuestras plataformas de comunicación – y apropiarnos de ellas.
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El cuidado puede tener muchas formas diferentes: Cada una de nosotras es un nodo esencial de poder y resistencia. En tanto que PDM de APC, estamos buscando el modo de asegurar que los recursos se distribuyan entre nuestras diversas redes . La visión del mañana, sin importar qué tanto falte para eso, es la de un tejido de amor y cuidado, una multiplicidad de voces y lenguas – una internet mucho más diversa e igualitaria que la que hemos heredado. Además, tenemos el cuerpo retorcido de estrés y ansiedad y consumimos noticias todo el tiempo. Queremos trabajar con ustedes en la búsqueda de soluciones para equilibrar el autocuidado y el cuidado comunitario, encontrar canales de comunicación y saber cuáles son los mejores protocolos de privacidad y seguridad.
Nuestra inspiración son los esfuerzos de tantas personas como ustedes a nivel local – desde las que fabrican máscaras y desinfectantes, hasta las que distribuyen comida y alimentos esenciales, pasando por quienes se ocupan de las tiendas locales, quienes ofrecen apoyo a migrantes, quienes tienen trabajo safral informal, trabajadoras y trabajadores independientes (freelance) y otros personas que enfrentan una inseguridad financiera indefinida, las que hacen las compras para los adultos mayores del barrio, las que se ocupan a diario de sus hijos e hijas y les protegen de esta nueva y dura realidad, las que escuchan y tranquilizan a sus amigos y amigas y sostienen a la comunidad y las relaciones, y tantas otras.
Manténganse seguras y a salvo. Disfruten de la infinidad de hilarantes y brillantes memes, escuchen los programas de radio de cuarentena, las playlists de baile para el confinamiento, y esperemos que este sea un momento para que nuestra conexión virtual sea luminosa e inolvidable. Estamos aquí para conversar y para darles nuestro apoyo, a ustedes y a su trabajo.
Equipo del Programa de Derechos de las Mujeres de APC (Erika, hvale, Jan, Jenny, Katcha, Mariana, Marwa, namita, Sheena, Tigist)
Publicación original en el sitio web de GenderIT.
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